La Historia es revelación, no una repetición sino la continuación de hechos; no estamos condenados a repetir el pasado, sino a mejorarlo; tomar lo bueno y desechar lo malo, conocer porque no puede ser apreciado lo que se ignora; a veces la historia sirve para desmitificar ciertas concepciones fatalistas de las desgracias, los hechos históricos no son resultado de una voluntad divina o de maldiciones genéricas.
Los humanos han sufrido problemas dentales desde los tiempos más remotos, buscando diversidad de remedios para aliviarlos. Los primeros terapeutas dentales eran médicos; Pierre Fauchard en el siglo XVIII, a través de su gran tratado Le Chirurgien Dentiste, mostró a la Odontología como una verdadera profesión y fue el primero que estableció los principios racionales y científicos, dejando atrás la superstición y la ignorancia.
Hoy la profesión odontológica es respetada y admirada; fue mucha la lucha para su avance y muchos los aportes que ha hecho para el bienestar humano, de los cuales el más significativo fue la anestesia quirúrgica.
Aquellos que luchan por alcanzar altos niveles profesionales, deberían examinar la historia de la Odontología y hacer uso de este conocimiento como punto de referencia. el estudio del pasado puede orientar hacia el futuro.
EL
CERCANO ORIENTE
Entre los años 3500 y 3000
a.C. en la fértil llanura entre los ríos Tigris y Eufrates, los sumerios
desarrollaron una avanzada civilización. De sus escritos en forma de cuña,
realizados en tablillas de arcilla, provienen nuestros conocimientos de la
Medicina y Odontología de la Mesopotamia.
Como en las sociedades
primitivas, la Medicina practicada en la Mesopotamia era de naturaleza
religiosa y mágica; se creía que los responsables de las enfermedades eran
demonios que habitaban el cuerpo del paciente y para expulsar a los malos espíritus
se usaban repugnantes remedios a base de
gusanos e insectos.
Durante el imperio babilónico,
se utilizaron medicamentos y una cirugía sencilla; si tenían éxito eran bien
recompensados, pero si la tragedia sobrevenía, se arriesgaban a afrontar severos
castigos. En el Códice de Hammurabi se anuncian claramente las recompensas y
castigos reservados a los practicantes de la Medicina.
Los hebreos
Los hebreos estimaban mucho
los dientes sanos y fuertes. En el antiguo testamento existen numerosas referencias sobre la importancia de los sientes sanos, que se consideraban objetos estéticos.
Las extracciones dentales
eran temidas por los antiguos judíos, tanto como por sus contemporáneos gentiles.
Una sección del Talmud advierte: “No adquieras el hábito de tomar medicinas; no
las tomes en grandes dosis; evita que te extraigan un diente”. El rabino
Chananel justifica evitar la extracción de un canino, ya que los ojos podrían
sufrir; hoy se sabe que existe una pequeña comunicación entre la fosa canina y
la fosa ocular. Es evidente que habían estudiado profundamente la anatomía
facial y sabían lo que decían.
Los egipcios
Los egipcios sufrían de gran
variedad de enfermedades dentales y ni siquiera los faraones eran inmunes a sus
estragos. Parece que la extracción era la forma principal de aliviar las
afecciones dentales. También es probable que estos primeros dentistas taladrasen
agujeros a través de la cortical de la mandíbula para aliviar la presión
producida por exudados purulentos asociados a abscesos dentales. Se han
encontrado algunos cráneos con trepanaciones de este tipo, uno de los primeros,
perteneciente al periodo del reino antiguo, se encuentra en la colección del
Peabody Museum de la Universidad de Harvard.
Los egipcios escribían en
papiros y el más voluminoso y mejor preservado, el de Ebers, se conserva en la
biblioteca de la Universidad de Leipzig; fechado alrededor del año 1550 a.C. es
una compilación de textos médicos, algunos de los cuales se remontan al año
3500 a.C.; contiene abundantes referencias a enfermedades dentales, incluyendo
gingivitis, atrición, pulpitis y dolor dentario. Entre los tratamientos citados
hay referencias a la inflamación de las encías y se aconseja amasar una pasta y
aplicar sobre el diente una parte de comino, una parte de incienso y una parte
de cebolla. A pesar de que el papiro de Ebers no menciona ninguna intervención
quirúrgica de enfermedades dentales, el papiro de Edwin Smith, del siglo XVI
a.C. cita numerosas operaciones de fracturas y dislocaciones de los maxilares,
fracturas conminutas, perforación del cigoma y laceración del labio. Dado que
los fórceps se encuentran grabados de forma tan prominente en varias paredes,
podemos presumir que también se efectuaban extracciones.
LA
AMÉRICA PRECOLOMBINA
Los aztecas
Los bárbaros aztecas se
asentaron en las tierras altas de México 350 años después de ser abandonado el
centro religioso de Teotihuacán y conquistaron a las tribus vecinas, adoptando
las costumbres de los pueblos sometidos; practicaban la mutilación dental,
limando e incrustando piedras en sus dientes.
Una de las fuentes más
importantes de conocimiento sobre las primeras prácticas odontológicas entre
los aztecas son los escritos de un monje español llamado Fray Bernardino de
Sahagún, que dedicó toda su vida a examinar y registrar cada aspecto cultural
de la tierra recién conquistada. Los escritos de Bernardino
de Sahagún son la única referencia a la extracción de dientes entre los
aztecas. Decía que cuando un paciente sufría de dolor de muelas, lo usual era
machacar un gusano, mezclarlo con esencia de trementina y pintar con esta
mezcla la mejilla del paciente. Al mismo tiempo, se colocaba un grano de sal
dentro de la cavidad y el diente se cubría con pimienta caliente. Se hacía
entonces una incisión en la encía, colocando en ella la hierba y, solamente si
el dolor y la infección continuaban, el diente era extraído.
Los incas
Su tratamiento de las
enfermedades estaba íntimamente vinculado a sus creencias religiosas y la magia
era inseparable de sus intentos por conseguir una terapéutica racional. De esta
manera, aunque la enfermedad era vista como un pecado, redimible por confesión
ante determinados brujos, empleaban también numerosos remedios de hierbas.
Al parecer masticaban hojas
de coca durante la operación para aliviar el dolor. Los dientes que necesitaban
extracción eran aflojados primero, aplicando una resina cáustica alrededor y
debajo de la encía desprendida. A continuación, era presumiblemente arrancado
de un golpe seco de estaca.
GRECIA
Diseminadas entre los
escritos hipocráticos se encuentran numerosas referencias a los dientes, su
formación y erupción; y a las enfermedades de dientes, boca y los métodos de
tratamiento. Estos escritos demuestran que se conocía la forma en la que se
desarrollaban los dientes: los primeros dientes se forman de la nutrición que
recibe el feto en el claustro materno y, después del nacimiento, lo hacen de la
leche materna. Los que salen después de que estos se caigan, se forman de la
comida y la bebida.
En su libro Sobre las
afecciones, dice: “En casos de dolor de muelas, si la muela está deteriorada y
suelta, pero sigue doliendo, es necesario cauterizarla”. Según él, la
masticación también ayuda, ya que el dolor se origina por el mucus que se
insinúa bajo las raíces de los dientes. Los dientes se corroen parcialmente por
el mucus y también debido a la comida, cuando son de naturaleza débil y están
mal sujetos a la boca. Hipócrates creía que los problemas dentarios provenían
de una predisposición natural o una debilidad inherente.
La extracción se contemplaba
sólo cuando un molar estaba flojo, pues
la operación era considerada de extrema peligrosidad. Pero en lo que respecta a
las pinzas para extraer dientes, dice que “cualquiera puede usarlas ya que la
forma en que deben usarse resulta evidente”. Los fórceps dentales a los que se
refiere, hechos de hierro y conocidos como “odontagra”, han sido encontrados en
varios emplazamientos excavados en Grecia. En los escritos hipocráticos también
se encuentran abundantes referencias a los dientes, maxilares y otras
estructuras bucales. Aparentemente, el médico general era quien realizaba toda
la práctica dental.
ROMA
La Odontología se practicaba
en Roma cuando la profesión médica estaba aún en su infancia.
No se encuentra ni una
palabra dedicada a los dentistas en latín antiguo, pues la odontología no
existía entre los romanos como profesión aparte y los médicos no hacían
distinción entre las enfermedades que afectaban a la boca y diente y las que
interesaban a otras partes del cuerpo. Tampoco se especializaban en la
Odontología aquellos no profesionales, ya que en los servicios realizados por
los barberos romanos, no se menciona nunca que extrajeran molares. De hecho, el
enciclopedista Celso describió con detalle el instrumental quirúrgico utilizado
por los médicos de su tiempo, entre ellos, los fórceps y un instrumento
especial llamado “tenaculum”, utilizado para extraer las raíces de los dientes.
Celso, en su compendio
médico, profundiza en numerosos aspectos de la Odontología. Además de
referencias a la higiene oral y tratamiento básico de los problemas de la
dentición, recomendaba a quien tuviese un diente en mal estado, no apresurarse
a extraerlo y si los remedios, como cataplasmas calientes, enjuagues bucales,
aplicaciones de vapor, purgas y laxantes fallaban, debían probarse otros más
poderosos. Si el molar tenía que ser extraído, recomendaba llenar la cavidad con
hilo de lino o plomo, para que la corona no se fracturase al aplicarle las
puntas de los fórceps.
Además de efectuar el
tratamiento de enfermedades bucales y extracción de dientes, los romanos eran
expertos restauradores de dientes cariados con coronas de oro y reemplazaban
los dientes perdidos con prótesis fijas.
CHINA
También la Odontología fue
practicada en China muy tempranamente; alrededor del siglo II a.C., ya usaban
el arsénico para tratar dientes enfermos (probablemente para matar la pulpa y
aliviar así el dolor de dientes) y habían desarrollado una aleación de plata
para obturar caries, más de mil años antes que los dentistas de Occidente. La
pasta de plata, lo que hoy se llama amalgama, ya tenía su composición: 100
partes de mercurio, 45 partes de plata y 900 partes de zinc.
A lo largo de su historia,
los chinos han mantenido varias creencias que los postulados de la Medicina
moderna contradicen y, a pesar de haberse realizado grandes progresos en
educación médica y dental, la gran mayoría del pueblo chino aún es tratado por
doctores tradicionalistas.
Se han localizado más de 360
puntos en la superficie del cuerpo, que, según creen los chinos, están unidos
directamente con estructuras internas. Algunos en conexión con los dientes y
otras estructuras bucales, y el tratamiento por acupuntura de las enfermedades
bucales ha demostrado ser efectivo, a pesar de no haberse aportado ninguna
explicación convincente, a los ojos de la ciencia occidental, en torno de su
eficacia. Se usa ampliamente en múltiples extracciones de dientes, así como en
el tratamiento de la gingivitis, estomatitis y glositis. Como complemento de la
acupuntura, los doctores chinos tradicionales se orientaron hacia la llamada
“moxibustión”, que es un tipo de cauterización, pero que produce una
inflamación localizada como la que aparece al aplicar ventosas.
EL
RENACIMIENTO
El Renacimiento logró el
redescubrimiento y asimilación del pensamiento y arte romanos y griegos,
juntamente con la reaparición del espíritu clásico de búsqueda de la verdad,
que haría posible liberar a la ciencia de la Teología y la superstición.
La profesión de cirujano
surgió del oficio de barbero a fines de la Edad Media. Poco después el mismo
proceso tuvo lugar en Inglaterra y durante la época de los Tudor se
establecieron grupos de auténticos dentistas profesionales surgidos del gremio
de barberos cirujanos. Un nombre sobresale entre los demás cirujanos, es el de
Ambroise Paré, que ha sido llamado “el padre de la cirugía”.
Paré poseía una enorme
experiencia como dentista y sus libros contienen mucha información a este
respecto; examinó la anatomía dentaria, sugirió estabilizar las fracturas de
los maxilares con ligaduras de alambre de oro; las caries las trataba por
cauterización con ácido, aunque no mencionó que obturase las cavidades. Los
dientes rotos los rebajaba limándolos con los instrumentos especiales que se
muestran en sus libros. Reimplantaba dientes caídos por accidente, sujetándolos
a los dientes firmes mediante alambres. Paré trató también con amplitud los
problemas de la dentición. Diseñó varios instrumentos para extracción de
dientes. Describió además un método para reemplazar dientes perdidos,
probablemente, limitado a los dientes anteriores, pues según dijo: “Cuando se
pierden los incisivos a causa de un golpe, el resultado no sólo es la
desfiguración sino los defectos en la pronunciación”. Una vez curadas las
encías, los reemplazaba con prótesis hechas de hueso o marfil, atando el puente
a los dientes contiguos con alambre de oro.
EL
LEJANO ORIENTE
La india
En la India la Odontología era,
según se creía, de origen divino, al igual que en muchas otras partes del mundo
antiguo.
Vagbhata, un activo cirujano
del año 650 a.C. recogió muchas de las enseñanzas de Sushruta, añadiéndoles las
suyas propias. Recomendaba matar el gusano dental llenando la cavidad cariada
con cera y quemándola con una cánula caliente. Si eso no bastaba para calmar el
dolor, recomendaba la extracción con un fórceps especial, cuyas puntas tenían
la forma de una cabeza de animal.
Sushruta describió dos
clases de instrumentos quirúrgicos: yantra o “romos” y sastra o “agudos”. Sin
embargo Sushruta desaprobaba la extracción de molares firmemente enraizados,
prefiriendo sacar solo los que estaban flojos, usando para este propósito una
palanca especial, muy parecida al instrumento dental moderno llamado “elevador”
pero con la punta plana y en forma de flecha.
LA
ANESTESIA EN ODONTOLOGÍA
Quizá no exista ningún
avance en el conocimiento médico que haya aliviado más sufrimientos humanos que
el descubrimiento de los anestésicos. Este gran regalo a la humanidad fue hecho
por un dentista estadounidense en 1844.
El 21 de diciembre de 1846,
un eminente joven dentista de Londres, James Robinson (1816-1862), realizó en
Inglaterra la primera extracción dentaria utilizando éter como anestésico,
extrayendo un molar a una mujer.
En noviembre de 1847, un
médico escocés, James Simpson, introdujo el cloroformo, un anestésico más fácil
y agradable de aplicar que el éter, siendo adoptado con entusiasmo por cantidad
de médicos, dentistas y cirujanos de ambos lados del Atlántico. Pero el
cloroformo es un anestésico muy peligroso y pronto las revistas dentales
empezaron a publicar artículos sobre jóvenes, hombres vigorosos y mujeres, que
habían sucumbido al cloroformo mientras se les extraía un molar.
La adopción del óxido
nitroso como anestésico dental generalizado se retrasó durante diecisiete años.
El actor Gardner Quincy Colton fue el responsable de su reintroducción. En
1862, en una demostración en New Britain, Connecticut, una mujer de la
audiencia le pidió a Colton si podía darle óxido nitroso para que su dentista,
un tal Dr. Dunham, pudiera extraerle uno de sus molares. Colton así lo hizo y
la operación tuvo tanto éxito que Dunham se convirtió en apasionado defensor de
este anestésico.
EL
AUGE DE LA CIRUGÍA
Desde los primeros tiempos
de la Iglesia, el tratamiento médico había sido en su mayor parte patrimonio de
los monjes. El edicto de Tours de 1163 introdujo un cambio fundamental; ya que
los monjes tenían prohibido realizar operaciones, esta tarea cayó en manos de
los barberos que hasta entonces habían asistido a los monjes en sus tareas
quirúrgicas. Los barberos acudían con frecuencia a los monasterios, sobre todo
después del año 1092, cuando se prohibieron las barbas, afeitando a los monjes
a quienes cortaban el pelo de acuerdo con la tonsura de cada orden, de ahí su
nombre: barbitonsoribus. Estos barberos pronto ampliaron el campo de sus
actividades, realizando muchos tipos de cirugía, como eliminar cataratas,
extraer piedras de la vejiga, abrir abscesos, practicar sangría y extraer
dientes.
En Alemania el barbero era a menudo el encargado de las casas de baños
públicos, que además de poner ventosas y practicar sangrías, daba enemas y
extraía dientes. Ponía de manifiesto su saber por la habilidad con que afilaba
sus cuchillos y hojas de afeitar y por la forma en que preparaba sus remedios y
emplastos. Los cirujanos profesionales surgieron de estos barberos de la Europa
medieval, como puede deducirse de lo que pasó en Francia.
En París, en el año
1210 se organizó el gremio de los barberos. Como algunos de sus miembros
pretendían tener más conocimiento que los demás, se produjo una división entre
cirujanos (o “cirujanos de bata larga”) y barberos llanos (también llamados
barberos cirujanos (o “cirujanos de bata corta”). Varios decretos reales del
siglo XIV prohibieron a los miembros de este último grupo practicar la cirugía
sin examinarse de antemano ante los miembros del primer grupo. Ambos grupos
practicaban, a veces, las mismas operaciones, por ejemplo sangrías y extracción
de dientes. Sin embargo, con el tiempo, poner ventosas, dar enemas, aplicar
sanguijuelas y extraer dientes se convirtieron en actividades exclusivas de los
barberos.
Expresando la opinión de los
especialistas desde los tiempos de Hipócrates, recomendaban evitar las
extracciones de molares, salvo como último recurso, debido al peligro que
comportaban y aconsejaban en cambio la fumigación y la cauterización. En sus
tratados encontramos polémicas sobre el tratamiento de fracturas y luxaciones
mandibulares, sangrados de las venas debajo de la lengua y los ya muy
familiares “remedios” para el dolor de dientes, entre los cuales se pueden
mencionar diferentes hierbas que estaban muy de moda en la época.
En Inglaterra, John de
Gaddesden, que trabajó al principio del siglo XIV, escribió un curioso libro
“Rosa Anglica”, en el cual describía la mayor parte de los remedios populares
de su tiempo. A pesar que consideraba la extracción como un último recurso
debió de practicarla, pues dice “Toma un hierro ancho por delante y cortante
por dentro y fuerza la muela hacia abajo; y ésta entonces caerá”. No queda
claro el tipo de instrumento que usaba; probablemente un precursor del
elevador.
Similar a la Rosa anglica de
John de Gaddesden era Lilium medicinae, de Bernard de Gordon, un médico inglés
afincado en Montpellier, este advirtió con sagacidad a los cirujanos contra el
indiscriminado uso de opiáceos, recomendando precaución con las extracciones,
aconsejando primero aflojar el diente mediante la aplicación de agentes
corrosivos y protegerla con revestimientos de cera.
Guy de Chauliac (1300-1368) fue sin duda, el personaje más importante de
los siglos XIV y XV en el campo de la cirugía; en el tema de la extracción, describio el pelícano de doble palanca y su
forma de uso. Sin embargo, no está claro si lo usó personalmente o si simplemente
observó cómo lo usaban los barberos cirujanos.
Giovanni Arcolani, escribió
un tratado, Cirugía práctica, publicado en Venecia en 1483, en el que se ocupó
ampliamente de la odontología, por lo cual es también considerado como uno de
los pioneros en este campo, con el fin de completar sus explicaciones sobre la
extracción de dientes, las ilustró con los instrumentos de uso más frecuente en
estas operaciones; por ejemplo, el pelícano, en este tiempo un instrumento experimental
que resultó de auténtica utilidad en odontología y que estaba destinado a
sobrevivir hasta nuestros días.
En el autorizado tratado
quirúrgico de los siglos XVI y XVII, Practica copiosa in arte chirurgica
(1514), de Giovanni da Vigo (1460-1525), a pesar de que este cirujano eminente
sabía extraer molares, sin embargo recomendaba a sus lectores ir a observar a
los cirujanos-barberos para aprender sus métodos y mejorar así su propia
destreza. “Cuando todos los remedios fallan ... debemos recurrir a una sencilla
operación; extraer el diente, para lo que se requiere un hombre experto, por
eso los cirujanos remiten esta cura a los barberos sacamuelas ambulantes. No
obstante, es bueno haber visto y analizado el trabajo de estos”.
BIBLIOGRAFÍA:
Ring Malvin E. Historia ilustrada de la Odontología. Ed Mosby. 1989.
Zimbrón Levy Antonio. Breve historia de la Odontología en México. UNAM. 1990.
Díaz de Kuri, Martha Victoria. El nacimiento de una profesión. La Odontología en el siglo XIX en México. Ed Fondo de Cultura Económica. 2002.
http://www.gador.com.ar/wp-content/uploads/2015/04/hist_odonto01.pdf [citado 26 agosto 2015 10:45 pm].
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